Globalización

10.04.2013 23:03

  El mundo conoce una nueva era de conquista similar a las de los descubrimientos y la colonización. Pero, mientras los actores principales de las anteriores expansiones eran los Estados, esta vez son las empresas y los grupos industriales y financieros privados los que se proponen dominar el mundo. Nunca los dueños del planeta han sido tan pocos ni tan poderosos: estos grupos están situados en la triada –USA, Europa y Japón–, y la mitad de ellos están radicados en Estados Unidos.

                Esta concentración de capital y de poder se ha acelerado formidablemente en el curso de los  últimos veinte años por efecto de la revolución de las tecnologías de la información. Un nuevo salto adelante se producirá en el inicio de este nuevo milenio, con el dominio de las nuevas técnicas genéticas de la manipulación de la vida.

La privatización del genoma humano y la patente generalizada del patente vivo abren nuevas perspectivas de  de expansión del capitalismo. Una gran privatización de todo cuanto atañe a la vida y a la naturaleza se prepara, lo que favorece la aparición de un poder probablemente más absoluto de lo que se haya conocido en la historia.

La globalización no aspira tanto a conquistar países como a conquistar mercados. La preocupación de este moderno poder no es la conquista de territorios, como en al caso de los grandes invasiones o los poderes coloniales, sino la posesión de la riqueza.

Esta conquista viene acompañada de destrucciones impresionantes, industrias enteras sufren estos daños en todas las regiones con el subsiguiente sufrimiento social en forma de desempleo masivo, subempleo, precariedad laboral, exclusión, sobreexplotación de los hombres, las mujeres y –lo que es aún más escandaloso– los niños: 300 millones de niños son explotados en condiciones sin precedentes.

La globalización es también un pillaje planetario. Los grandes grupos empresariales saquean el entorno con medios abusivos; se aprovechando las riquezas de la naturaleza que son un bien común de la humanidad, y lo hacen sin freno y sin escrúpulos. Ello va acompañado, además, de una delincuencia financiera ligada al mundo de los negocios y a los grandes bancos, que reciclan sumas que pasan de un billón de  euros al año. Es decir, más que el producto nacional bruto de un tercio de la humanidad