El genocidio negro en la historia Argentina
Después de la independencia: El aniquilamiento de la raza negra fue uno de los primeros genocidios producidos en la Argentina. El segundo ocurrió con los indios del sur, en la famosa “Conquista del Desierto”. A los mapuches del sur se les aplicó la guerra bacteriológica mediante el envío de comerciantes a las tolderías que les entregaban mantas que habían estado en contacto con enfermos de viruela. Así fueron diezmados y luego asesinados –hombres, mujeres, niños y ancianos- por el ejército argentino en línea. El saldo fue el de miles de indios muertos, catorce mil reducidos a la servidumbre, y la ocupación de quince mil leguas cuadradas, que se destinarían, teóricamente, a la agricultura y la ganadería. El padre salesiano Alberto Agostini brindaba este panorama: "El principal agente de la rápida extinción fue la persecución despiadada y sin tregua que les hicieron los estancieros, por medio de peones ovejeros quienes, estimulados y pagados por los patrones, los cazaban sin misericordia a tiros de winchester o los envenenaban con estricnina, para que sus mandantes se quedaran con los campos ocupados por los mapuches. Se llegó a pagar una libra esterlina por par de orejas de indios. Al verlos con vida a algunos desorejados, se cambió la oferta: una libra por un par de testículos"
De todas maneras no fueron los argentinos los creadores de esa anticipación vernácula del nazismo. Los norteamericanos utilizaron ese método para la conquista del oeste y el exterminio indígena.
Emilio Corbiere, dice: que, “el sistema de esclavitud, estaba ligada a los comerciantes porteños, particularmente desde mediados del siglo XIII hasta la revolución de mayo. “Teniendo en cuenta que en 1816 el general San Martín tuvo en su poder un censo de esclavos negros posible de reclutar militarmente, y que ascendía a 400.000, la pregunta es qué pasó con esos seres humanos en estas tierras. La esclavitud no fue totalmente abolida hasta la consagración de la Constitución Nacional de 1853, es decir cuarenta y tres años después de haberse iniciado el proceso emancipatorio. Esta demora se produjo por dos razones, una porque los negros esclavos fueron utilizados, en esa calidad, como fuerza de los ejércitos criollos; en segundo lugar, porque el partido esclavista era muy poderoso entre los comerciantes porteño-unitarios. Aunque en la Asamblea Constituyente de 1813 de otorga la “libertad de vientres”, es decir que quedaron libres los niños negros por nacer, pero los otros, seguían en el poder de los amos utilizados para la servidumbre. Pero fueron los negros los que nutrieron con su sangre y sacrificio a los ejércitos libertadores. Pero los negros esclavos morían en la lucha por la independencia "por separado" O sea, los batallones negros no se unían con los batallones blancos.
En la actualidad no se puede hablar de genocidio en la Argentina si obviamos y ocultamos lo que les ocurrió a nuestros hermanos negros durante la tragedia de la fiebre amarilla y la Guerra del Paraguay; de su aporte cultural, de sus costumbres y manera de comportamiento que quedaron arraigadas en nuestro diario vivir. La limpieza étnica continúa a través del disfraz y el olvido de nuestra historia nacional. Por lo tanto no nos debe extrañar cuando se niega y se desprecia a los indios, los habitantes de tez morena, a nuestros propios gauchos. El desprecio cipayo instalado por un Estado colonizador y oligárquico que se proyecto desde Buenos Aires hacía el interior, con una pretendida proyección hacia el continente es permanente a través del tiempo.
El genocidio negro debe enmarcar dentro del genocidio general que ha sufrido y sufre nuestras naciones colonizadas. El genocidio y la represión son herramientas de la clase dominante oligárquica, que solo muta en el cambio de su nombre o envestidura a través del tiempo, pero son los mismos con otro ropaje. Hoy ya no se persigue al indio o al negro, hoy se persigue al pobre que vive en las villas miserias, a los desocupados, a los marginales que al ver insatisfecha sus necesidades básicas optaron por el alcohol, la droga y otras sustancias, a los que los llamamos delincuentes comunes, inadaptados: (que no se supieron adaptar a la modernidad y al avance de la ciencia y la tecnología), y en secreta confesión dicen: “hay que eliminarlos”. Lo mismo que ayer cuando nos llamaron in-dios (sin Dios) por lo que no era pecado matar a un in-dios, porque decían que no teníamos alma, así, mataron 90 millones de indios en los primeros 150 años de colonización.
(Por Juan Olarte)